Litio: Estabilizador del Ánimo en el Trastorno Bipolar

El litio es un estabilizador del ánimo de primera línea, ampliamente reconocido por su eficacia en el tratamiento y la prevención de episodios maníacos y depresivos en el trastorno bipolar. Su mecanismo de acción, aunque no completamente elucidado, modula sistemas de neurotransmisores y vías intracelulares, ejerciendo efectos neuroprotectores y regulando la excitabilidad neuronal. Requiere monitorización estrecha de sus niveles séricos para maximizar la eficacia y minimizar los riesgos de toxicidad, constituyendo una piedra angular en el manejo a largo plazo de esta condición psiquiátrica compleja.

Características

  • Formulación: Carbonato de litio o citrato de litio.
  • Presentación: Comprimidos de liberación inmediata o prolongada, cápsulas.
  • Concentración: Variable, comúnmente 150 mg, 300 mg, 450 mg por unidad.
  • Vida media: Aproximadamente 24 horas (varía según formulación y paciente).
  • Metabolismo: No es metabolizado; se excreta principalmente por vía renal.
  • Monitoreo: Requiere determinación periódica de niveles séricos (rango terapéutico: 0.6–1.2 mmol/L).

Beneficios

  • Reduce significativamente la frecuencia e intensidad de los episodios maníacos agudos.
  • Previene recurrencias de episodios depresivos mayores en el trastorno bipolar.
  • Disminuye el riesgo de conductas suicidas en pacientes con trastorno bipolar.
  • Provee estabilidad anímica a largo plazo, mejorando la funcionalidad global.
  • Ofrece efectos neuroprotectores potenciales, modulando vías de señalización celular.
  • Complementa eficazmente otros psicofármacos en regímenes de tratamiento combinado.

Uso común

El litio está indicado principalmente para el tratamiento del trastorno bipolar, tanto en la fase aguda de manía como en el mantenimiento para prevenir recurrencias de episodios maníacos y depresivos. También se utiliza como potenciador en el tratamiento de la depresión unipolar resistente y, en algunos casos, en trastornos esquizoafectivos. Su uso debe iniciarse bajo estricta supervisión médica y con monitorización seriada de niveles en sangre.

Dosificación y administración

La dosis debe individualizarse según la respuesta clínica, los niveles séricos y la tolerabilidad. En adultos, la dosis inicial suele ser de 300–600 mg al día, administrada en 2–3 tomas para formulaciones de liberación inmediata, o una vez al día para formulaciones de liberación prolongada. La dosis se ajusta gradualmente con el objetivo de alcanzar niveles séricos terapéuticos (0.6–1.2 mmol/L), medidos 12 horas después de la última dosis. En población geriátrica o con insuficiencia renal, se requieren dosis menores y ajustes más conservadores. La administración con alimentos puede reducir molestias gastrointestinales.

Precauciones

Se debe realizar una evaluación basal de función renal (creatinina sérica, TFG), tiroidea (TSH) y cardiaca (ECG en pacientes de riesgo) antes de iniciar el tratamiento. Mantener una ingesta adecuada de líquidos y sal para evitar deshidratación. Evitar cambios abruptos en la dieta o el uso de diuréticos. Monitorizar periodicamente función renal y tiroidea durante el tratamiento. Educar al paciente y familiares sobre signos tempranos de toxicidad por litio (como temblor fino, poliuria, náuseas).

Contraindicaciones

Hipersensibilidad conocida al litio. Insuficiencia renal significativa (aclaramiento de creatinina < 30 mL/min). Enfermedad cardiovascular grave con alteración del sodio o balance hídrico. Síndrome de Brugada o otras canalopatías cardíacas. Embarazo, especialmente durante el primer trimestre, a menos que el beneficio supere claramente el riesgo. Lactancia. Uso concomitante con diuréticos que afecten el manejo renal de sodio.

Efectos secundarios posibles

Los efectos adversos son frecuentes y a menudo dependientes de la dosis. Incluyen temblor fino, poliuria, polidipsia, náuseas, diarrea, aumento de peso, acné o exacerbación de psoriasis, leucocitosis, hipotiroidismo o bocio, alteraciones cognitivas leves (como enlentecimiento mental), y nefrogenic diabetes insipidus. A niveles séricos elevados, puede presentarse toxicidad con síntomas gastrointestinales, neuromusculares (temblor grosero, hiperreflexia) y neurológicos (confusión, convulsiones).

Interacciones medicamentosas

Diuréticos tiazídicos y AINEs (excepto aspirin a dosis bajas) aumentan los niveles de litio y el riesgo de toxicidad. IECA, ARA II y metronidazol pueden elevar concentraciones séricas. Litio puede potenciar efectos extrapiramidales de antipsicóticos y aumentar riesgo de síndrome serotoninérgico con ISRS. Uso con anticonvulsivantes como carbamazepina o topiramato puede requerir ajuste de dosis. La combinación con haloperidol en dosis altas se ha asociado con encefalopatía.

Dosis olvidada

Si se olvida una dosis, administrarla tan pronto como sea recordada, a menos que esté próxima la hora de la siguiente dosis. En ese caso, omitir la dosis olvidada y continuar con el horario regular. No duplicar la dosis para compensar el olvido. Mantener una adherencia estricta al régimen posológico es crucial para mantener niveles séricos estables y evitar fluctuaciones que puedan precipitar recaídas o toxicidad.

Sobredosis

La intoxicación por litio es una emergencia médica. Los síntomas incluyen nausea profusa, vómitos, diarrea, temblor grosero, ataxia, disartria, nistagmo, somnolencia, confusión, convulsiones, coma y arritmias cardíacas. Los niveles séricos superiores a 1.5 mmol/L indican toxicidad, y por encima de 2.5 mmol/L pueden ser mortales. El tratamiento implica soporte vital, hidratación intravenosa con solución salina, monitorización cardíaca y, en casos graves, diálisis. No existe antídoto específico.

Almacenamiento

Conservar en su envase original, bien cerrado, a temperatura ambiente (15–30°C), protegido de la luz y la humedad. Mantener fuera del alcance de niños y mascotas. No utilizar después de la fecha de caducidad impresa. Desechar cualquier tableta que muestre signos de deterioro físico (como decoloración o fractura).

Descargo de responsabilidad

Esta información tiene fines educativos y no reemplaza el criterio clínico de un profesional de la salud. El litio es un medicamento de prescripción que debe utilizarse exclusivamente bajo supervisión médica. La dosificación y monitoreo deben ser individualizados. El paciente debe informar inmediatamente cualquier efecto adverso o síntoma sugerente de toxicidad. No suspender el tratamiento abruptamente sin consultar con su médico.

Reseñas

“El litio ha sido transformacional en el manejo de mi trastorno bipolar. Después de años de ciclación rápida, he logrado una estabilidad que nunca creí posible. Los controles de sangre son un pequeño precio a pagar por la calidad de vida recuperada.” — Elena R., 42 años.

“Como psiquiatra, he prescrito litio durante décadas. Sigue siendo el gold standard para el mantenimiento en bipolar I. Su perfil de eficacia a largo plazo es superior a muchas alternativas, aunque requiere un compromiso firme con la monitorización.” — Dr. Javier M., Psiquiatría.

“Los efectos secundarios iniciales (temblor, sed) fueron difíciles, pero con ajuste de dosis y tiempo mejoraron notablemente. La clave está en la paciencia y la comunicación constante con el equipo tratante.” — Carlos L., 51 años.

“Implementar un protocolo de monitoreo estandarizado para litio en nuestra institución ha optimizado la seguridad y los resultados. La educación al paciente sobre hidratación y signos de alarma es fundamental.” — Dra. Sofía V., Farmacología Clínica.